Nuestros antepasados, en las viviendas de campo siempre tenían animales, para uso o como negocio. Y asignaban un espacio de la parte trasera de la casa para almacenar el grano y la paja, el resto de la parte trasera era para cuadras y gallineros, antes no existían los servicios de recogida de basura, las botellas eran de cristal y el envase se devolvía y se reutilizaba, las bolsas no eran de plástico, eran de tela y si se rompían se remendaban y volvían a servir.
Los desperdicios de comida para cabras y conejos se seleccionaban de peladuras de patata, peladuras de pepino, desperdicio de melón, etc. Su alimentación se completaba con alfalfa o forraje que se segaba a mano en los alrededores.
Con el resto de desperdicio orgánico se engordaba un cerdo que se mataba en invierno y tenían carne para todo el año. Se cultivaban patatas, lechugas y toda clase de hortalizas y legumbres, eran autosuficientes y no perjudicaban al planeta.
Por lo tanto, el granero era una pieza vital en una casa de campo.
No hemos querido que pierda en absoluto una pizca de su encanto y las personas que lo vean y actualmente peinen canas se desplazaran a su infancia, que al fin y al cabo es lo que pretendemos con este proyecto; un viaje al pasado.
Hoy este antiguo granero se ha dotado de mesas y sillas, un fregador, menaje, congelador y botellero para que las familias se puedan reunir y disfrutar del encanto y la magia que este lugar nos ofrece.
En una de las paredes de piedra de este granero hemos querido colocar una antigua ventana de madera aparentemente absurda pero en memoria de tiempos pasados, puesto que esta ventana estaba colocada en un sitio oculto en el falso techo de la casa aparentemente inaccesible servía de comunicación con una o varias personas que en la guerra, por motivos políticos o de principios tenían que ocultarse para no ser fusilados, descubrimos que en el falso techo habían muebles viejos, un catre, un colchón de lana de oveja, una alfombra de esparto y demás enseres que podían permitir a los que allí se tuvieron que ocultar permanecer con vida. Esta ventana es lo único que hemos podido conservar puesto que el resto de los enseres estaban muy deteriorados por los años.
Hoy esta ventana solo es testigo del tiempo, pero no debemos olvidar la historia de este país. Cuando la encontramos, al cogerla entre nuestras manos como se coge a un recién nacido cayó sobre nosotros el compromiso de restaurarla y darle un sitio en esta casa, ya que no era justo que terminara en una chimenea.